Marinelli entró el primero. Aunque no hacía falta porque la puerta estaba a medio abrir le arreó una patada y se plantó en medio del bar con la Thompson en la mano. Una cortina de plomo lo hizo bailar durante unos segundos y acto seguido cayó al suelo como una marioneta. "!Mierda jefe! ¡Nos estaban esperando!" Esas fueron sus ultimas palabras.
Riggieri y yo nos apartamos cagando leches antes de que otra rociada de balas nos perjudicase la salud. "Hay que joderse...Maltés, vete por la puerta de atrás a ver si puedes hacer algo. Yo los entretengo desde aqui".
El trabajo era pan comido, o al menos eso era lo que la rata asquerosa de Williams nos habia hecho creer. Simplemente teniamos que entrar en el local de una tal Miss Fletcher, romper alguna botella y dejar claro que con los Giuseppe no se ponian excusas para pagar. Luego podriamos irnos y hasta la vista.
La cosa ya vino torcida desde el primer momento. Al inutil de Riggieri le habian dado la direccion escrita en un papel y como no sabia leer nos costo dos horas encontrar el maldito local en un pueblo de dos casas.
Marinelli roncaba abrazado a su Thompson con la cabeza apoyada en el cristal del coche. Nos estabamos aproximando al pueblo y Riggieri me ordenó que lo fuese despertando..."
Zarandee a Marinelli con justa delicadeza, pero no surtio el efecto deseado, tan solo un susurro despectivo como sustituto de su resuello.El camino del samurai ensena que el buen guerrero a de obedecer a su senor hasta el final. Y asi,el unico metodo que se me pudo ocurrir para cumplir el cometido que se me habia ordenado,fue el de abrir la puerta sobre la que Marinelli descansaba. Le agarre de la solapa de su americana segundos antes de que su cara tocara el asfalto de la sucia carretera por la que transitabamos. Cerre la puerta tras reintroducir a mi companero. Marinelli se desperto.
"Maltes! estas loco o que!"- rugio Riggieri
"Esta despierto,jefe"