El trabajo era pan comido, o al menos eso era lo que la rata asquerosa de Williams nos habia hecho creer. Simplemente teniamos que entrar en el local de una tal Miss Fletcher, romper alguna botella y dejar claro que con los Giuseppe no se ponian excusas para pagar. Luego podriamos irnos y hasta la vista.
La cosa ya vino torcida desde el primer momento. Al inutil de Riggieri le habian dado la direccion escrita en un papel y como no sabia leer nos costo dos horas encontrar el maldito local en un pueblo de dos casas.

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